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Un país, ¿dos Gobiernos?

Con respecto a la división territorial, Álvarez manifiesta que no la ve posible por un tema de identidad nacional.

“Aquí no somos naciones como puede ser España, que tiene a los vascos y a los catalanes (…). Aquí hay un solo conglomerado y no hay una fuerza capaz de dividir. Los viejos intentos por independizar al estado Zulia son historia. No hay una fuerza así”, señala.

Carlos Luna tampoco es partícipe de un escenario bélico, pues el caso de Venezuela lo califica como un “conflicto de nueva generación tremendamente asimétrico”. Es decir, puntualiza que el 80% de la población insiste en el restablecimiento de un Gobierno democrático legítimo, fundamentado en la Constitución, y que tiene la fe puesta en una solución pacífica. Mientras que, está el otro 20% que ha privatizado el Estado, que busca perpetuarse en el poder y que mantiene el uso y goce del monopolio legítimo de la violencia, a partir de la apropiación de la Fuerza Armada Nacional (FAN), lo que dificulta, mucho más, la situación.

 

Emilio Figueredo es de los pocos teóricos venezolanos que aplica el concepto de la balcanización al país suramericano. Esta definición describe la división de una región en partes más pequeñas. Generalmente, son territorios en conflictos. El término nace a partir de las disputas de la Península Balcánica en el siglo XX, que dieron con la fragmentación de Yugoslavia.

Ante una posibilidad de que esto suceda en Venezuela, Figueredo asevera que este problema ya está ocurriendo el Estado no tiene el dominio efectivo del territorio; confirmando que el control, en algunas zonas de la nación, están manejadas por grupos irregulares.

 

A raíz de esto, Figueredo expresa que Venezuela “se encuentra completamente invertebrada”.

“Venezuela no tiene ninguna cohesión y cada día se desmiembra más. Cada día vemos más anomia, una falta de respeto de las normas de convivencia. Es trágico”, Emilio Figueredo

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Precisa que para que un proceso de este tipo se concrete, se debe evaluar la capacidad que tiene el territorio potencial para recomponerse por sí mismo. Si esto no ocurre, los Estados fronterizos comienzan a visualizar la posibilidad de interferir en el conflicto; tomando en cuenta elementos como los intereses sobre el territorio.

 

“En Zulia hay petróleo. En Bolívar hay oro, coltán, uranio, de todo ¿Los países pueden estar indiferentes frente a eso?”, se cuestiona el abogado.

Sobre este escenario divisorio, Carlos Luna, docente universitario, opina muy similar a Emilio Figueredo. Según él, las redes de crimen organizado podrían estar causando esta fractura en el país.

“Puede evidenciarse en el estado Bolívar por la gran cantidad de recursos minerales que hay en la zona; además del control de los paramilitares en conjunto con el régimen usurpador para controlar la región”, puntualiza.

El primer paso que debería dar Juan Guaidó

Las elecciones presidenciales libres y transparentes son la solución pacífica que algunos esperan. No hay derramamiento de sangre y se deja ver la voluntad de la población por medio del voto. Por lo que este sería la respuesta más oportuna para acabar con el conflicto político; pero hay que atender algunos aspectos antes de pensar en ello como, por ejemplo, la parcialidad del actual Consejo Nacional Electoral (CNE), cuya tendencia –durante años- ha demostrado ser oficialista.

Esta institución, con el paso del tiempo, ha perdido la credibilidad de los ciudadanos y, además, la comunidad internacional no confía en la misma como un órgano conveniente para organizar unos comicios de la talla que, en estos momentos, necesita Venezuela.

Luis Vicente León corrobora que no hay forma de celebrar unas elecciones competitivas, cuyas condiciones se presten para generar confianza en el proceso de manera integral.

“No se trata de nombrar a dos miembros opositores en el CNE actual. Eso no resuelve el problema, porque la institucionalidad está totalmente coartada. Es una institucionalidad en la que no cree la mayoría de los venezolanos; y no se resuelve con dos directores opositores”, reafirma.

León expone las siguientes exigencias como características de unos comicios competitivos:

  1. Todas las personas pueden ser elegidas y elegir. No puede existir ninguna limitación a actores o líderes relevantes para la población. Los líderes políticos deben ser desinhabilitados y liberados. Todos tienen que participar. Si esto no ocurre de tal forma, la población se sentirá violentada en su derecho de escoger a quién quiera, que es una condición primordial de una elección competitiva.

  2. El arbitro debe ser, en su totalidad, imparcial. “Neutral no es que hayan tres chavistas y dos opositores. Tampoco lo fuera si estuvieran cinco miembros opositores. Nada de eso construye un arbitraje absolutamente incesgado. Necesitarías un CNE distinto, creíble, equilibrado y neutral”.

  3. Una elección competitiva necesitaría una nueva y externa institucionalidad que asegure una primera votación que consiga la confianza de los electores; para que, posteriormente, se encamine a la selección y construcción de instituciones en el futuro.

Igualmente, el analista político dice que no solo se trata de la pulcritud del CNE. También hay que considerar al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).

“Tú puedes tener un CNE pulcro, pero resulta que, por encima de la decisión del CNE, está siempre la decisión de la Sala Electoral del Supremo. (Se necesita) una institución que no responda a la oposición o al chavismo, sino a la Constitución”, advierte.

Del mismo modo, Luis Daniel Álvarez expone que hay ciertas estructuras que reivindicar. Es el caso de la renovación del TSJ, cuyos magistrados fueron designados por la AN en 2017, pero tuvieron que irse al exilio ante la persecución política y no han logrado asumir sus funciones, completamente.

“Tiene que haber la convocatoria de un nuevo proceso electoral, con nuevas autoridades electorales, con reglas y supervisiones de la comunidad internacional”, asiente.

Un Plan Marshall al estilo venezolano

Los expertos han coincidido en que la negociación política es un punto fundamental para la reestructuración de Venezuela. De otro modo, salidas –como la militar- serían devastadoras para el país. La nación no solo perdería una gran cantidad de dinero, sino también se registrarían pérdidas humanas.

Asimismo, resaltan que la comunidad internacional –principal impulsora del acercamiento entre los actores- juega un papel importante en la salida de Nicolás Maduro; pero, más allá de eso también protagonizará la reconstrucción de un país sumido en la debacle.

Carlos Luna certifica que el país requerirá de todo el apoyo proveniente de organismos multilaterales y de empresas privadas, para la Venezuela de “el día después”.

También insistió en la importancia del Plan País, que se trata de una planificación puntillosa para atender a todos los sectores una vez que “cese la usurpación”; alertando que, sin una agenda bien planteada y con proyecciones al futuro, la ayuda internacional no se arriesgará a invertir en el estado, para colaborar en su reedificación.

“Hay que seguir adelante para ofrecer un plan de desarrollo coherente. Una visión nacional a largo plazo que garantice la paz, bienestar y el progreso de todos los venezolanos”.

Por su parte, Luis Daniel Álvarez sostiene que la Asamblea Nacional ha adelantado algunos planes en ciertos objetivos de cooperación internacional. En esta estrategia, explica el especialista en Ciencias Políticas, tiene que estar incluida la inversión estadounidense, alemana y japonesa; cuya finalidad es sumar planes de créditos que permitan organizar la reforma del país.

“Venezuela es un país destruido. La comunidad internacional va a tener que jugar un rol de préstamos y de inversión para un período que va ser sumamente complicado”, Luis Daniel Álvarez.

No obstante, reafirma que el territorio venezolano no solo necesita de la comunidad internacional; sino que la comunidad internacional también anhela que la problemática del país suramericano se solucione porque es un conflicto que afecta a toda la región.

Emilio Figueredo, por su parte, afirma que para iniciar un proceso de reconstrucción se necesitan los siguientes aspectos:

  1. Un apoyo representativo desde afuera. Aunque siempre venga con condiciones.

  2. Crear una estructura, inicialmente, de transición, que integre el mayor número de sectores de pensamientos políticos diversos.

El abogado insiste en la necesidad de seguir una línea que le de credibilidad al gobierno de transición, para promover la inversión extranjera.

“En ese sentido, Guaidó ha demostrado un criterio de amplitud que el Gobierno actual es todo lo contrario. Lo único que ofrece son nuevas elecciones parlamentarias; y las mismas solo se podrán realizar a medida que se reconstruyan las instituciones porque, con las que hay, no tiene sentido”, asevera Figueredo, quien también reitera que la hoja de ruta propuesta por Guaidó es necesaria para generar credibilidad y seguridad en la comunidad internacional.

“Venezuela necesita un cambio de reglas de juego, que la transparencia y responsabilidad vuelvan a aparecer, que los jueces puedan juzgar. Es un revolcón. Eso es, verdaderamente, una revolución”, Emilio Figueredo.

La acción más esperada: La fractura militar

Por años, los líderes de la oposición venezolana han tratado de resquebrajar esa articulación consumada entre las Fuerzas Armadas de Venezuela –que se deben, únicamente al servicio de la ciudadanía- y el gabinete chavista-madurista.

Durante épocas de protestas, los dirigentes opositores exigen al cuerpo castrense que “se pongan del lado de la Constitución” para rescatar la libertad y democracia de Venezuela. Sin embargo, la espera ha sido larga. Los militares venezolanos se han dejado ver fieles al Gobierno de turno, y no a su población. Una muestra de ello, es la represión que caracterizó las protestas de 2017, donde más de 100 personas fallecieron en las manifestaciones.

Ante tal anhelo, parece ser un deseo colectivo que los militares asuman, finalmente, su deber como funcionarios públicos y resguarden a la población.

En la actualidad, parte de Venezuela está a la expectativa, pues los rumores sobre el descontento en el sector castrense cada vez retumban con más fuerza entre los ciudadanos.

Luis Daniel Álvarez expresa que el levantamiento fallido del 30 de abril es una evidencia del disgusto militar con el gabinete de Nicolás Maduro; así como también el hecho de que el 24 de junio, fecha patria en la que se conmemora la Batalla de Carabobo, no se organizara el acostumbrado desfile. De igual forma, recalca como una representación del desagrado castrense la cantidad de desertores que, desde el 23 de febrero, se han sumado a la iniciativa propuesta por Juan Guaidó.

“Ese carácter monolítico que han querido vender en el Ejército, no existe en estos momentos. Lo que sí hay es un desgaste natural”, Luis Daniel Álvarez.

El internacionalista acota que, para concretar el quiebre castrense, es sumamente importante la presión ciudadana; mientras tanto, el deber de Guaidó es devolver la estructura militar y la majestad de esta institución.

Juan Guaidó, la piedra angular para un Gobierno de Unidad

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El editor de Analítica.com explica que la situación de Venezuela es muy compleja, y nunca antes vista; pero, para atenderla –y solventarla- es necesario que la transición de paso a un Gobierno de Unidad Nacional.

Sin embargo, esto no es posible si no hay alguien que, realmente, tenga la intención de ser inclusivo con todos los sectores políticos. Que se capaz de recrear las instituciones para que recuperen su legitimidad.

En ese sentido, a su juicio, Guaidó le lleva la delantera al líder del oficialismo porque se ha mostrado dispuesto a convivir con todos los dirigentes, tanto de un bando como del otro; siempre y cuando estén dispuestos a colaborar con la restitución democrática.

Figueredo coincide con Luis Vicente León en: El rescate de la institucionalidad venezolana es la base para el Gobierno de transición y, posteriormente, un Gobierno de Unidad.

“Hay que dejar que se recreen los partidos, que hagan campañas; pero, quien venga después, tiene que seguir un plan, sino no habrá apoyo internacional. No hay espacio para el invento propio”, resalta.

La división ideológica en el país es tal que se puede presenciar una gran brecha entre los simpatizantes del chavismo y la oposición; teniendo en cuenta que –por las experiencias vividas en Venezuela, y la constante degradación de los dirigentes entre sí- la tolerancia ha ido disminuyendo día tras día.

Motivado a esto, puede ser difícil imaginar un Gobierno en el que puedan convivir personalidades de ambos pensamientos políticos.

Figueredo afirma  que “el grueso de los venezolanos, simplemente, busca que le quiten la pesadilla de encima”, haciendo énfasis en la crisis humanitaria, económica y política que atraviesa Venezuela.

“Tú no puedes excluir al chavismo. Gran parte de esa población apoya a Juan Guaidó, porque lo ven como esa persona que no los va a abandonar, porque el problema de ese sector es que fue marginado y abandonado. Y Maduro lo está golpeando aún más”, acota.

En el caso de Thays Peñalver, la escritora ratifica que aquel venezolano que no está preparado para encarar una transición, entonces nunca verdaderamente comprendió lo que estaba pasando en Venezuela. Asimismo, rescata que se deberá aceptar la participación de ambos bandos, oposición y oficialismo, en el gobierno de cambio.

“Haciendo un análisis de todas las transiciones, los dos bandos se sientan en una mesa a definir cómo va a ser la transición (…) no se puede avanzar con un solo bando”, asevera.

Peñalver agrega la importancia de que los venezolanos comprendan que no se está pasando de un gobierno a otro, sino de una dictadura a una democracia.

La aspiración de ser tomado en cuenta

La discusión que algunos establecen sobre la presencia, o no, del chavismo, en el Gobierno de transición concluye en posiciones encontradas. La mayoría cree que la ideología de izquierda sí debe permanecer en este proceso. Pero, también están los que consideran que el chavismo nació para morir.

Figueredo explica el chavismo como una “aspiración, una necesidad de ser tomado en cuenta”.

Según él, esta “masa multiforme” debe ser evaluada para tomar en cuenta las necesidades, carencias y dificultades en los sectores populares”; y, en función a esto, el término irá evaluando y adquiriendo una nueva forma.

“Lo que se hoy se llama chavismo, mañana será llamado de otra forma”, comenta el abogado.

La otra cara de la moneda la tiene la analista política, Thays Peñalver, quien confirma que el chavismo dejará de existir.

El motivo se lo atribuye a los bloqueos y a la incapacidad para gobernar eficazmente, en vista de que el mundo abandonará esta postura política para acompañar la transición hacia la democracia.

Sin embargo, Peñalver manifiesta que, quizás se mantenga como un partido político, evitando a toda costa que los ciudadanos lleguen a ver al ex presidente Hugo Chávez como un ícono o referente.

 

La crisis humanitaria y la política no van de la mano

Somalia es un Estado fallido. Un país socavado por sus conflictos internos que lo llevó al desgaste total. Hasta el punto de desmembrarse por completo.

Los venezolanos están comenzando a comparar a Venezuela con el territorio africano y, aunque cada realidad y contexto es diferente, el país suramericano no está muy lejos de adoptar ese modelo primitivo y caucásico que solo deja ver el fracaso del ser humano.

Importantes similitudes que destacar de Venezuela con Somalia

  1. En el territorio suramericano ya no existe un control físico de la región, o del monopolio en el uso legítimo de la fuerza. Es decir, el poder está dividido, dependiendo de algunos estados, en grupos irregulares, guerrillas y el gabinete de Nicolás Maduro.

  2. Yo existe una autoridad legítima que se encargue de la toma de decisiones. El Ejecutivo está siendo disputado por las fuerzas opositoras y chavistas. Mientras tanto, ambos están en una lucha demostrando quién resiste más. Juan Guaidó atiende los asuntos internacionales. Pero, Nicolás Maduro, encara los internos porque es el que controla la burocracia de Venezuela.

  3. Hay una incapacidad evidente para suministrar los servicios básicos. Esto se ha visto reflejado no solo en la crisis energética, sino en el servicio de agua y gas. El racionamiento es el pan de cada día de todos los venezolanos. Los hospitales no cuentan con las más básicas medicinas. No hay equipos médicos para atender a los pacientes. Entonces, se está hablando de una realidad, realmente, crítica, pero que representa una penumbrosa gestión basada en la corrupción.

Estas características solo pueden conducir al sufrimiento de la población. La crisis humanitaria ya es distinguida como “emergencia humanitaria compleja”, por la magnitud de sus condiciones.

Motivado a esto, Emilio Figueredo sostiene que es necesario separar la situación humanitaria de la política; asegurando que la crisis humanitaria es mucho más urgente que el conflicto de poderes, y que si no es resuelta, complicará los demás escenarios.

Asimismo, indica que el tema de ayuda humanitaria se podría resolver, incluso, mucho antes del Gobierno de transición, porque de esta manera no se compromete la distribución equitativa de los insumos y medicamentos en el territorio nacional.

“Hay que separar el aspecto humanitario del aspecto político. Son problemas que están unidos pero se puede empezar a resolver el aspecto humanitario, porque es una bomba de tiempo”, puntualiza Figueredo.

La incertidumbre es uno de los obstáculos al que los venezolanos se enfrentan día a día. Venezuela está viviendo un período único en su historia. Como lo explica Carlos Luna, es un escenario sui géneris. Es decir, un caso sin precedentes. Es por esto que se les complica ubicarse en el contexto venezolano; simplemente no comprende lo que sucede. 

 

La verdad está en que la coyuntura política de Venezuela y la duplicidad de poderes se presta para diferentes interpretaciones. Algunos reconocen a Guaidó, otros dicen que no gobierna; al igual que con Maduro.

Lo que es claro es que el panorama venezolano se presta para el estudio del desarrollo de la política en la sociedad y cómo afecta a los ciudadanos directamente. Además, muy probablemente en un par de años o décadas este período de tensión formará parte de la Historia Universal y servirá de referente para aquellas naciones que tengan problemas similares. Esperemos que de aquí a allá, la problemática en Venezuela haya sido resuelta. 

Según Thays Peñalver, la incertidumbre es el origen de la indiferencia y desconocimiento por parte de la población sobre la política en Venezuela así generando confusión impidiendo que se avance en esta materia y no deja ver rutas definidas ¿Será por esto que Venezuela no logra liberarse del yugo oficialista?

"El apoyo de Juan Guaidó es la esperanza. Si matas la esperanza, ¿qué te queda?".

Emilio Figueredo

Emilio Figueredo: La balcanización ya está ocurriendo

Emilio Figueredo: La balcanización ya está ocurriendo

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"El chavismo como tal no va a sobrevivir. No va a regresar nunca más. Va a morir como murió el nazismo".

Thays Peñalver

"Hoy, Venezuela no es un país. Es un territorio como Somalia, repartido en pedazos".

Thays Peñalver

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